Ya lo he comentado antes. Quizá siempre haya estado ahí, pero desde el final de la cuarta temporada, y por supuesto desde el (casi) reboot de la quinta, creo que este mundo de Fringe en que la humanidad se ve obligada a vivir en el siglo XXI por intervención de los Observadores, así como estos mismos seres, implican una fusión curiosa (y efectiva, todo sea dicho) entre la sociedad dictada por el Ingsoc en Oceanía y los Extraños de esa a su vez extraña y oscura ciudad nacida de la imaginación de Alex Proyas.
Dark City (Alex Proyas, 1998, Australia/EEUU)
Hacía años que no revisaba esta película, así que aprovechando una de estas de tantas mega rebajas, me decidí por hacerme con el BD y revisitar Dark City.
Tras varios años de escritura de guión, idas y venidas entre estudios, más de una mirada de desconfianza y un retraso forzado para intentar evitar la coincidencia en cartelera con una película sobre un barco que se hundía que parece que tuvo cierto éxito allá por finales de los 90, la obra magna de Alex Proyas (de quien hasta el momento solo conocía The Crow, tarjeta de presentación más que suficiente, por otra parte) vio finalmente la luz… para pasar, triste e injustamente, bastante desapercibida por las salas de cine.
Dark City es una película tan fascinante, inquietante, oscura y extraña… como inclasificable (quizá eso sea en parte lo más extraño). Es ciencia-ficción. También tiene acción. Y efectos especiales. Pero también es un thriller. Y no es una cinta de terror, pero no puedes dejar de sentir aprensión en su atmósfera.
En una ciudad sin nombre en la que nunca parece salir el sol, sus habitantes se desvanecen literalmente cada noche en donde quiera que se encuentren… para volverse a incorporar poco después como si nada hubiese pasado. El punto de arranque de la historia se sitúa cuando uno de los habitantes de esta enigmática ciudad se despierta antes de tiempo y empieza a cuestionarse, digamos, el orden establecido.
Para el papel protagonista se llegaron a barajar nombres de la talla de Johnny Depp o Tom Cruise, pero finalmente recayó en Rufus Sewell (hoy en día es más fácil ponerle cara, después de haber interpretado a Tom Builder en la adaptación de Los Pilares de la Tierra). Y quizás fuera para bien. O quizás no. Con uno de esos nombres internacionalmente reconocibles, de seguro la acogida (y la promoción) del largometraje habrían sido bien distintos y por tanto habría tenido una difusión generosamente mayor. Pero quizás (quizás) podría haber perdido parte de la autenticidad que hoy exhala.
El rol principal femenino contó con una Jennifer Connelly en alza, si bien aún no al nivel al que se cotizaría pocos años después. Cortejando a esta pareja, un Kiefer Sutherland un tanto repulsivo (perfecto en su papel) y un sobrio, elegante y siempre solvente William Hurt. Sin olvidar a uno de los más incansables Extraños, Mr. Hand, interpretado por Richard O’Brien (muy conocido por su papel en The Rocky Horror Picture Show).
Dark City se ha ganado, por méritos propios, un hueco entre la iconografía de la ciencia ficción de finales del siglo XX, en la era pre-Matrix, donde, si bien con no pocas dificultades para los realizadores, podían verse de cuando en cuando este tipo de osadías cinematográficas.
Los paralelismos entre los Extraños y los Observadores son evidentes. Su aspecto físico, la tez pálida y la ausencia de cabello. Su origen, sus motivaciones. Su control psíquico y su habilidad para (existiendo diferencias) alterar, cada cuales a su modo, la realidad física.
Y análogamente los paralelismos entre el mundo de Fringe desde la venida de los Observadores y el ideado (predicho) por Orwell (y trasladado a su vez a la pantalla por Michael Radford) también son evidentes: una sociedad alienada y controlada hasta en sus más íntimos detalles, nula libertad de movimiento, expresión y pensamiento, brigadas de personas al servicio del «partido».
En 2005 se editó un Director’s Cut de Dark City en el que Alex Proyas pudo finalmente mostrar la visión completa de su propia historia y que por presiones del estudio no pudo incluir en la versión cinematográfica. Este montaje, además de corregir ciertos detalles técnicos e incorporar once minutos adicionales de metraje que ahondan en detalles particulares, es destacable por prescindir de la introducción narrada por el personaje de Kiefer Sutherland justo al comienzo de la película y que el director se vio obligado a introducir para poner en antecedentes al espectador, en lugar de permitirnos desgranar la trama poco a poco, privándonos así de una experiencia más completa.
Por si a alguien le interesa, y por si mi poca cabeza puede servirle de algo, la edición en BD que actualmente se comercializa en España NO es ni incluye el Director’s Cut, sino únicamente la versión de salas. Uno esperaría ya hoy en día de las distribuidoras que se interesaran por ciertos productos que, si ya de por sí son minoritarios, al menos son valorados por un público fiel. Lo cierto es que la caja no miente, no se indica en ningún sitio que se trate del montaje del director. Fue insensata e ingenuamente asumido por mi parte. Fuera de estas fronteras sin embargo (sorpresa) sí puede obtenerse. Y mediante otras vías también.
Sea como sea, y si has leído hasta aquí, paciente lector, además de agradecido te animo, si no conoces la película, a que le des una oportunidad. Como mínimo, no te dejará indiferente.