Pilotando hacia Trántor

No había leído las declaraciones de Jonathan Nolan al respecto, y después de hacerlo, y sabiendo quién es y que es HBO quien anda en el tema, respiro más tranquilo.

Asimov ya ha sido mancillado antes, pero hacerlo con la Fundación sería sencillamente imperdonable. Y aunque ahora está indudablemente de moda, lo cierto es que hay pocos pilotos mejores que actualmente nos puedan transportar a Trántor. Aquí un extracto:

“That’s a set of books where the influence they have is just fucking massive; they have many imitators and many have been inspired by them, but go back and read those, and there are some ideas in those that’ll set your fucking hair on fire”.

Y añado: HARI SELDON ES DIOS. Period.

Noticia en The Guardian

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Flautas parlanchinas, dragones alcaldes, brujas popstar y las cosas que se fuman

Me pasa mucho que la gente no recuerda detalles que para mí son vívidos. Hace tiempo podíamos entrar en debate, pero hoy en día tenemos Google, Youtube, la Wikipedia y otra suerte de quitaporfías.

Pufnstuf es uno de esos detalles que nadie recuerda. Y menos por ese nombre, desde luego. Si pretendo tener una oportunidad tengo que nombrar a un niño llamado Jimmy, una flauta mágica parlanchina, un dragón amarillo o una bruja montada en escoba con side-car y su buitre lacayo.

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¿No? Pues el caso es que llevaba tiempo queriendo dedicar una entrada a esta peña, y Halloween parecía un día especialmente idóneo. So let’s move on. Y por orden.

Sid y Marty Krofft son una pareja de hermanos que tuvieron una importante influencia en la televisión infantil y juvenil americana durante los 70 y los 80. Algo así como un Jim Henson con menos repercusión exterior y (aún) menos presupuesto. Entre las varias creaciones que parieron, de las cuales honestamente conozco menos que poco, destaca especialmente la que nos ocupa.

Sid&Marty

«H.R. Pufnstuf» fue una serie de televisión infantil creada por los Krofft a finales de los 60. De hecho, fue su primera serie «live-action» con marionetas de tamaño real. Contó con diecisiete episodios emitidos en la NBC entre septiembre y diciembre del 69, que fueron repetidos en varias ocasiones durante los 70 y hasta mediados de los 80.

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La serie toma su nombre de su personaje principal, el dragón amarillo H.R. Pufnstuf, alcalde de la Isla Viviente. Incidentalmente, el origen a su vez de este personaje es ciertamente curioso. Fue la mascota de la Exposición Universal del 68 en San Antonio, Texas (la HemisFair ’68), aunque inicialmente había sido creado para un espectáculo llamado Kaleidoscope que los Krofft produjeron para el pabellón de Coca-Cola de esta Exposición. Su nombre por entonces era Luther, aunque sería rebautizado cuando diera el salto a la serie de televisión, que tomaba por otra parte algunas premisas de este show.

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Y aunque la serie lleva el nombre de este dragón, lo cierto es que la historia gira entorno a un chaval de unos once años llamado Jimmy y una flauta mágica que habla, y los intentos de una bruja por hacerse con ella y los amigos que hace en la isla para impedirlo.

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Así que… ¿de qué va esto en realidad, no? Vale. Atentos y flipemos solo lo justo.

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Jimmy es un chico al que le gusta cantar y bailar, y que normalmente vive en su mundo, lo que le hace ganarse algunas broncas por parte de sus profesores por falta de atención. Un día se encuentra en el suelo una flauta dorada… que le habla. Freddy, dice la colega que se llama. Y se hacen buenos amigos. Dando un paseo se encuentran con un misterioso bote atracado a la orilla del río, alegremente decorado, y que les anima a montarse y llevarlos a la Isla Viviente, hogar del baile, árboles parlantes y ranas cantarinas. Sí, el bote también habla. Sin hacer caso a las más básicas recomendaciones acerca de no hablar con extraños (ni a la más primaria aún de no responder a objetos si estos te hablan), Jimmy y Freddy se embarcan en una agradable travesía que pronto se torna peligrosa, pues al poco este barco deja ver su verdadera cara (y brazos, que agarran a Jimmy y le impiden escapar). El barco está controlado por la bruja Wilhelmina W. Witchiepoo, que tiene la intención de secuestrar a Jimmy y robar a Freddy, y que controla toda la acción montada sobre Vroom Broom, su escoba turbo-propulsada y con sidecar. Pero no sabe que nuestro dragón Pufnstuf la tiene vigilada, y consigue rescatar a Jimmy y Freddy y llevarlos a la Isla Viviente, de la que él es el alcalde.

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The Living Island, la Isla Viviente (ya quisiera la isla de Perdidos) hace honor a su nombre: en esta isla todo, absolutamente todo, tiene vida propia y habla. Sus habitantes animales, los árboles, el reloj de cuco, el camión de bomberos, las casas, los castillos, los libros, los champiñones… Lo que venía bien, porque hacía que virtualmente cualquier parte del escenario pudiera ser un personaje, y en general eran parodias de celebridades de la época, como Mae West o John Wayne.

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Witchiepoo vivía en su castillo, que se encontraba también en la Isla Viviente, junto con sus secuaces, el buitre Orson, Seymour la Araña, el Murciélago Estúpido y los Guardias Esqueleto que protegían la entrada al castillo. De hecho, toda la Isla Viviente estaba bajo el poder y la magia de Witchiepoo, a excepción de la zona controlada por Pufnstuf, que tenía la habilidad de contrarrestar la magia malvada de la bruja, lo que, por descontado, lo convertía en su archienemigo.

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La serie se desenvolvía alrededor de dos tramas fundamentales: los intentos de Witchiepoo de robar a Freddy, y los intentos de Jimmy y Freddy por volver a su casa. Ambos igualmente infructuosos.

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La Isla Viviente estaba infestada de la más variopinta colección de fauna y flora parlanchina, y todos en la Isla, a excepción de Jimmy y Witchiepoo, eran o bien marionetas o bien “marionetas-humanas”, con disfraces que los cubrían por completo, de estilo similar a marionetas al uso.

Si tenéis curiosidad podéis googlear un poco para conocer algo más de los secundarios; por aquí he ido dejando algunas imágenes.

Personalmente, lo que conocí de esta historia fue su adaptación a película, que condensó en su metraje la trama principal que he contado, y añadió algunos alicientes propios de una producción para salas. Fue estando aún la serie en producción cuando se les ofreció a los Krofft la oportunidad de adaptarla como largometraje.

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Dicho y hecho, en enero del 70 comenzaría el rodaje de esta cinta, que sería muy curiosamente producida entre la Universal y Cereales Kellog’s, patrocinador de la serie, y que conservaría la mayor parte del reparto de ésta. “Pufnstuf” (el título original de la película prescindiría de las iniciales «H.R.») se estrenaría en Estados Unidos en mayo de 1970. No estoy seguro de si se llegaría a estrenar en España, pero sí de que se editó en vídeo en algún momento de principios de los 80 en versión doblada y bajo el título “La flauta mágica” (nada que ver con Mozart, precisamente). Conservo este VHS como oro en paño.

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Las novedades principales fueron la incorporación a la historia de un aquelarre de brujas en el castillo de Witchiepooh, una reunión a la que acudirían todas las brujas y en la que se decidiría la ganadora del premio a la Bruja del Año; ésta es la excusa argumental del film para el interés de Witchiepooh en robar a Freddy: impresionar de esta manera a la Bruja Suprema y hacerse con el título. Incidentalmente, las candidatas tendrían también que demostrar sus habilidades en cante y coreografía, y habrían de interpretar un numerito que agradara a la Bruja Suprema. Ah, y además, las brujas, en esta historia, a lo único que realmente tienen pavor es a los ángeles, y así se disfrazan los habitantes de la Isla para rescatar a Pufnstuf del castillo de Witchiepooh. ¿Surrealista? You’ve got no idea.

En cuanto al plantel protagonista, el papel de Jimmy fue intepretado por Jack Wild, que en su momento gozaba de una enorme popularidad al haber sido nominado al Óscar en el 68, con sólo 16 años, por su papel en el musical “Oliver!”; la carrera de Wild no llegó realmente a despuntar después de estos dos papeles, y aunque se mantuvo activo durante los 70 y parte de los 80, sus graves problemas de alcoholismo le pasaron factura, y ya desde mediados de los 70 su carrera se vio resentida por los efectos del alcohol, que también le costaría su matrimonio una década más tarde. Aunque tras varios intentos de rehabilitación haría algunos amagos de volver a la gran pantalla (podemos verle por ejemplo en “Robin Hood, Príncipe de los Ladrones” del 91 con Kevin Costner) nunca volvería a retomar ni de lejos una posición similar a la que tuviera a finales de los 60. Wild murió en 2006 víctima de cáncer. Había pensado en incluir algunas fotos suyas en sus últimos años, hay incluso varios vídeos en Youtube, pero son un poco cortapuntos para la idea de esta entrada. Buscadlos si tenéis curiosidad.

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Sin embargo, para mí, e imagino que para la mayoría, el alma de esta historia era Billie Hayes, en el papel de Witchiepooh. Su interpretación era absolutamente histriónica, llena de movimiento y gesticulaciones y, con diferencia, lo más divertido de la cinta, con sus ridículos planes y sus más ridículos (y torpes) secuaces. Era una bruja mala, fea y absolutamente adorable. Sin ser una actriz de primera fila y no precisamente fácil de ubicar en otras producciones, Billie Hayes (que cuenta ya con 82 años), se ha mantenido siempre activa. Su papel de Witchiepooh fue tan recordado que interpretó a una bruja de características parecidas en Embrujada; también haría trabajos de doblaje, destacando “Taron y el Caldero Mágico” de Disney o, en televisión “Johnny Bravo” o “The Batman”.

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Para la película se contó con dos estrella invitadas de nivel, Cass Elliot (de The Mamas & The Papas) en el papel de la bruja Hazel, la rival de Witchiepooh para el título de Bruja del Año, y la espléndida e imparable Martha Raye como la Bruja Suprema.

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Y no puedo cerrar esta terrorífica entrada sin mencionar uno de los asuntos más interesantes y curiosos cuando se habla de Pufnstuf, la leyenda urbana (desmentida por los Krofft en numerosas ocasiones, aunque para mí que con la boca muy chica) acerca de las referencias a las drogas a lo largo de toda la producción. Ya de por sí el tono psicodélico y surrealista de la historia, y su colorida puesta en escena, junto con sus canciones entonadas por toda una suerte de seres y objetos parlantes puede hacernos arquear una ceja si nos hablan de ello. No deja de ser cierto que esta producción es, como pocas, hija de su época, y esto se refleja de manera evidente, por ejemplo, en las vestimentas de algunos de los personajes (no encontrarás árboles más hippies que los de la Isla Viviente, con sus “Woaa, colega” siempre en la boca). El tema principal de la serie, «He can’t do a little, ‘cause he can’t do enough» se ha visto como una referencia a la naturaleza adictiva de las drogas. Pero la referencia que siempre se menciona es el propio título original de la serie: «H.R. Pufnstuf»; no son pocos quienes ven este título como una mención directa a los canutos de marihuana: H.R. serían las siglas de hand-rolled (enrollado a mano) y Pufnstuf sería el puffin’ stuff (la marihuana, precisamente). Marty Kroft en persona declaró que H.R. quería decir Royal Highness al revés.

ButOfCourse

Sea como sea, lo que sé es que siendo yo renacuajo no dejaba de querer ir a esta Isla. Ahora me pasa lo mismo. Me encantaría probar la materia prima autóctona.

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Holding a deep breath

Aquí llevo unas semanas ya con el screener de Deep Breath en el disco duro, venciendo la tentación para llegar virginal al 23. Anda que no cuesta. Este fan-video lleva rulando desde hace cerca de un año (la peña se lo curra tela) y por lo visto (con algunos cambios, como un arreglo musical distinto -más electrónico, dicen- la eliminación del sello de Rassilon, más tomas de estrellitas y planetucos al estilo de la última tanta de Smith, y el entrecejo capaldiano que dio la vuelta al mundo tras el 50 aniversario) es considerablemente parecido a los nuevos créditos reales. Ganicas.

Bien Migue, bien pisha

Buenafuente está entrevistando a Miguel Ángel Muñoz.

El presentador le ha preguntado (a grandes rasgos) su opinión acerca de la situación y del tirón actual de las series estadounidenses y si cree que en algún momento la televisión española alcanzará ese nivel de calidad.

Tiempo le ha faltado para salir en defensa de las producciones patrias, su buen hacer y originalidad, y ha nombrado por encima de otras a Galerías Velvet.

Bien Migue, cohone. Bien pisha.